15 de marzo de 2007

La epopeya


–Sí, estaba en la "Posada de la Esperanza" en compañia del gitano. La llamaban Violeta.

El rostro de Pardaillan se transfiguró. Dirigio una rápida mirada en torno suyo y pudo ver a la multitud y al estrado lleno de hidalgos. Luego su mirada expreso vivísima lástima.

–¡VAMOS! –exclamó casi en alta voz–.VAMOS A INTENTAR LO IMPOSIBLE, Y SI ES PRECISO MORIR AQUI, ELLO SERÁ FINAL DIGNO DE MI VIDA.

Luisa habia seguido, por asi decirlo, el pensamiento del caballero. Oyó las palabras que pronunció y vio como iba a reunirse con el duque de Angulema. Y con la rapidez intuitiva que en ciertas ocasiones es mas rapida que el relámpago, la pobre mujer se dijo:

–Ama a la condenada. Por eso fué a buscarla a la posada. Va a morir por ella.

Pardaillan llegó adonde estaba Carlos. El instante era supremo y era preciso arriesgar el todo por el todo.

–¿Que mirais? –preguntó.

El duque se volvió observando que Pardaillan estaba blanco como el papel, pero no tuvo tiempo de contestar, porque el caballero extendia el brazo hacia la condenada, que se hallaba a veinte pasos de la pira. Con voz asustable por lo tranquila en aquellos instantes, dijo:

–Allí es donde debéis mirar.

Carlos volvióse y al divisar a su amada se tambaleó. Dió un grito que domino los de la multitud y atrajo la atencion de Guisa, Fausta, Mainevile, Bussi-Leclerc, y, en una palabra, de todo el mundo.
Y al mismo tiempo, Carlos, seguido de Pardaillan, se lanzó hacia delante.

–¡Sí, sí! –exclamo Carlos–. Morir por ella. Con ella.

...

Pardaillan, con el traje desgarrado por los golpes de pica, ensangrentado, con los cabellos erizados, franqueo como una bala las filas de los arcabuceros.

–¡Atrás! –gritaron los guardias que sostenian a Violeta.

La espada del caballero se levantó, describiendo un circulo y el pomo de hierro cayó sobre la sien de uno de ellos; el otro retrocedió y en el mismo instante el caballero cogió a Violeta en los brazos. Pardaillan echó a Violeta en los brazos de Carlos y le dijo con intraducible acento:

–¡Ahi tenéis a vuestra novia! –¡Adelante! –rugió Pardaillan.

Y seguido de Carlos, que habia tirado la espada para llevar a Violeta en sus brazos, echó a andar. ¿Hacia dónde iba? ¿A que punto de aquella plaza ocupada por la furiosa multitud? ¿Marchaba al azar? No. De una mirada descubrio el lugar posible de retiro, mejor dicho, casi imposible de concebir, pero no para él. Pardaillan era hombre que en cuanto habia concebido una idea la ejecutaba.

–¡Los caballos! –dijo señalando a Carlos las monturas de la escolta, agrupadas cerca del estrado.

Pardaillan llegó hasta ahi en el momento en que una veintena de hidalgos se precipitaban sobre él, todos a la vez. Entonces se puso la espada de través entre los dientes. Cogió a Carlos y a Violeta y con terrible esfuerzo levanto a los dos. Carlos subió a caballo y Violeta, sentada ante el cogiase a su cuerpo con los dos brazos.

–¡Matadlo! ¡Matadlo! –gritaban los hidalgos.

Pardaillan vió que estaba solo. Solo contra doscientos o trescientos hidalgos. Solo contra quinientos o seiscientos guardias. Y finalmente, solo contra veinte mil furiosos que llenaban la plaza de la Grève.

Entonces Pardaillan sonrió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El albergue pardaillan, fue su hogar preferido.
ahi encontraba el calor de amigos

como adivinadora fue albergue del complot!
tema fundamental de uno de sus temas...
minerva...
y sobre todo ahi conocio a su Luisa!!!